lunes, 28 de septiembre de 2009

Llegada a meta.



El año pasado, a principio de curso, decidí pegar en mi agenda una foto de Jesse Owens en las Olimpiadas de Berlín de 1936. Allí, este corredor de origen afroamericano obtuvo cuatro medallas de oro, en salto de longitud, relevos, 100 y 200 metros lisos. Batiendo en ésta última el record mundial que había hasta entonces. Cuando Jesse Owens volvió a los EEUU, con cuatro medallas bajo el brazo y la satisfacción de haber dado una lección a los sueños raciales de Hitler, descubrió que en su país debía viajar en la parte de atrás de los autobuses y ni siquiera el presidente Roosevelt se dignó a recibirle en la Casa Blanca.

Puse a Owens en mi agenda para que me ayudara durante el curso, y me ha acompañado a lo largo de todas las clases de química, los controles, las evaluaciones, las noches en vela, selectividad... Había una meta, y yo al igual que él luchaba para mí. No hacía falta demostrar nada a nadie.

Pero Jesse, ya puedes descansar, en menos de doce horas habré empezado el Grado en Biología. En la Universidad Complutense de Madrid.

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