domingo, 19 de agosto de 2012

Nunca me consideré una persona que cejara en el empeño de conseguir algo hasta que no lo obtuviera. Cuando he querido o deseado algo con la certeza de saber que ese sentimiento era real, más allá de un capricho,o una mera satisfacción personal, cuando he tenido esa certeza, he dado todo lo posible, lo mejor de mí hasta conseguirlo. Pero cuando desistes, cuando te rindes ante las dificultades o piensas que necesitas un tiempo para tomar carrerilla, te asalta una pregunta. Una pregunta que de seguro le ha surgido en la mente a cualquiera que se haya rendido en alguna ocasión. ¿Cuán cerca estaba de conseguir mi objetivo? ¿Lo llegué a rozar con la punta de los dedos y no me dí cuenta a causa del entumecimiento del cansancio? ¿Lo tuve tan tan próximo a mí que no tenía la perspectiva suficiente para valorar mi posición? Estas preguntas me atormentan últimamente, atrasando horas la llegada del sueño. Sólo deseo que no tenga que cargar con ellas el resto de mi vida, que la carrerilla me dé el aliento suficiente para asir mis deseos con tanta fuerza que pueda hundir mis dedos en ellos, en su calidez reconfortante y cómoda, en el sueño plácido del trabajo bien hecho. Que cementen y echen raíces en mis brazos, atravesando mi piel, los músculos y el hueso, hasta que alcancen el tuétano e inerven mi cuerpo entero y esta vez sí, no volver a soltarlos jamás.

jueves, 16 de agosto de 2012

Septiembre

15 días, la recta final. 15 días para terminar de arreglar los errores del curso.Ahora mismo hace una noche estupenda, ha llovido, y se está muy bien, pero mañana el sol aparecerá implacable.