jueves, 17 de septiembre de 2009

El incidente de Melk.



En la estación de Melk sucedió algo inesperado. Mientras esperábamos el tren, entró en el andén una muchacha de estatura media. Pelirroja.No tenía ni de coña, más de 25 años e iba con el pelo cortito, como una chica de cabaret pero más elegante. Con un corte en la nuca y unos mechones muy igualados alrededor de la cara. Llevaba un vestido rosa que conjuntaba con un bolso. En los pies, iban un par de hawaianas que no pegaban del todo con su tabla de montar en patinete, una longboard.
Lucía un tatuaje en su brazo izquierdo, una especie de tribal precioso. Tenía pecas en la cara, los ojos azules y era la mujer más guapa que he visto jamás. Y no es coña.

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