domingo, 19 de diciembre de 2010

Abrazado a la tristeza.

Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

...

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!


El rayo que no cesa ( 1934-1935)
Ya va siendo hora de retomar el blog, que lleva demasiado tiempo abandonado.

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