martes, 19 de noviembre de 2013

Cantimplora


Me gusta saludar al conductor del autobús, y preguntarle como ha ido el día. Bromear con la dependienta, preguntarle que me recomienda y fiarme. Indicar a las personas que están perdidas. Meterme en la conversación ya empezada de un ascensor, o preguntar las cosas que no sé a quien pueda saberlas.
Me gusta atrapar las ranas del estanque de forestales, y comer los madroños maduros que hay entrando a su cafetería.


Esto viene porque por las mañanas, cuando voy en el autobús rodeado de zombis hacia la facultad, cuando éste abre las puertas y vomita una maraña de autómatas, me doy cuenta de cuán distinta es la vida campera de la vida urbana. De cómo la gente pasa sin fijarse, directos, programados, cuando pasa algo que rompe esa rutina, esa forma "enlaquedebendepasarlascosas", siempre ocurre lo mismo, creen que no va con ellos, que son ajenos, que no tienen ninguna responsabilidad.
Esta cantimplora que tengo por casa simboliza muy bien un estilo de vida.

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